21.6.11

FIN DE CURSO, comienza el verano.


Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce”.Pablo Neruda.

El fin de cursos además de ser momento para festejar a quienes culminan alguna etapa de su formación y preámbulo para un descanso necesario después de meses de trabajo, debería ser una oportunidad para evaluar la calidad de lo que hacemos todos los actores de la educación.
De otra manera, el término de un ciclo escolar y el inicio de otro puede ser simplemente la repetición de una rutina que nos va haciendo “esclavos del hábito” con lo que la auténtica educación va muriendo lentamente.
En estos tiempos en que el mejoramiento de la calidad de la educación está en el discurso oficial y en la opinión pública como uno de los temas fundamentales para lograr el desarrollo y la transformación social, los protagonistas de la educación –maestros, alumnos, directivos, funcionarios, padres de familia- tendríamos que preguntarnos seriamente sobre el sentido de lo que sucede diariamente en los salones de clase.

Porque si los millones de niños, adolescentes y jóvenes que terminan en estos días un año escolar más salieran de este ciclo habiendo aprendido lo que debieron aprender, con la profundidad y el sentido requeridos y habiendo disfrutado este aprendizaje incorporándolo a su vida, Coruña podría realmente empezar a cambiar.

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